Redacción Marlone Serrano
Mientras millones de personas salen cada día a trabajar, estudiar o simplemente a vivir, una amenaza invisible pero constante pone en riesgo su salud: el aire que respiran. En México, las normas de calidad del aire están desactualizadas y no reflejan los estándares internacionales más recientes. Esta omisión se ha convertido en un problema de salud pública que exige atención urgente.
Las Normas Oficiales Mexicanas (NOM) que regulan los niveles permitidos de contaminantes en el aire —como el ozono (O₃), las partículas finas (PM₂.₅), el dióxido de nitrógeno (NO₂) y el dióxido de azufre (SO₂)— no han sido actualizadas conforme a las recomendaciones más recientes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), emitidas en 2021. México mantiene límites permisibles de contaminantes que, en muchos casos, duplican o incluso triplican los sugeridos por esta entidad.
De acuerdo con expertos en salud ambiental, esta brecha normativa está costando vidas. Investigaciones del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) indican que más de 48 mil muertes prematuras al año en México están relacionadas con la mala calidad del aire. Los efectos se sienten con mayor fuerza en grupos vulnerables: niños, adultos mayores y personas con enfermedades respiratorias o cardiovasculares.
“No se trata solo de estadísticas, sino de una crisis silenciosa que impacta a las comunidades más expuestas y con menos recursos para protegerse”, señaló la doctora Claudia Rodríguez, investigadora en salud ambiental del INSP.
El problema no es nuevo. Organizaciones de la sociedad civil, académicos y especialistas han exigido desde hace más de una década la actualización de las NOM, pero los procesos burocráticos, la falta de voluntad política y las presiones de ciertos sectores industriales han retrasado cualquier avance significativo.
En 2022, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) y la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) anunciaron una mesa técnica para revisar los parámetros de las normas ambientales. Sin embargo, a la fecha no se han publicado modificaciones sustanciales ni nuevos límites que protejan de forma efectiva a la población.
¿Qué significa vivir bajo aire contaminado?
Más allá de los números, los efectos son tangibles: aumento de enfermedades respiratorias, ausentismo escolar y laboral, incremento en hospitalizaciones y un deterioro general en la calidad de vida. La exposición crónica a contaminantes atmosféricos está asociada con cáncer de pulmón, accidentes cerebrovasculares, enfermedades cardíacas y una reducción significativa en la esperanza de vida.
El llamado a la acción
La sociedad civil ha tomado cartas en el asunto. Campañas como #RespiraMéxico o #AireLimpioYa han buscado presionar a las autoridades para avanzar en la regulación ambiental. Asimismo, la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha comenzado a recibir amparos ciudadanos que exigen el derecho a respirar aire limpio, reconocido constitucionalmente como parte del derecho a un medio ambiente sano.
Mientras tanto, el aire que millones de mexicanos respiran cada día sigue cargado de partículas invisibles que dañan lentamente su salud. Urge voluntad política, acción coordinada y presión ciudadana para lograr lo que debería ser una prioridad básica: garantizar que cada persona en México respire un aire limpio y seguro.
Porque respirar no debería enfermar.
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